miércoles, 9 de noviembre de 2016

El Tlachtli o Juego de Pelota Prehispánico, Nuestro Deporte Milenario 1ª. Parte

Bienvenidos como siempre a Bibi Tips, les saluda cariñosamente Bertha Avila PietraSanta, quien en éste jueves patrio les hablará del milenario y ancestral Juego de Pelota Mesoamericano, que desafortunadamente hemos perdido casi en su totalidad. En toda Mesoamérica, el Tlachtli o juego de pelota, se refiere a un juego de contacto físico prehispánico practicado comúnmente por nuestros ancestros; como testimonio de ello, tenemos más de 1,200 canchas que nos demuestran la importancia ritual y religiosa que éste juego tenía. El juego de pelota entre los nahuas estaba relacionado con el culto solar, puesto que los antiguos mexicanos consideraban su deber ayudar al astro rey en su camino y regeneración; por eso mismo, el juego tenía relación con los sacrificios humanos: ya que se tenía la creencia que la sangre derramada por el jugador perdedor, ofrecida en sacrificado al dios del Sol Huitzilopochtli, lo alimentaba y así se aseguraban que sus rayos no cesarían de alumbrar la tierra. Las canchas más antiguas encontradas se remontan a la época de los Olmecas, esto se refiere al Periodo Clásico (1600 a.C - 1000 d.C., aprox.). 



¡Estamos hablando de más de 4000 años de un deporte ritual que hemos perdido!!!!! Los orígenes del tradicional juego de pelota dieron lugar a las diversas variaciones actuales de juegos de pelota, tales como el balón pie o futbol soccer, futbol americano, futbol australiano, rugby, etc. Éstas legendarias canchas fueron construidas de forma simple, con muros de tierra. El juego de pelota se jugaba con la cadera y con una pelota grande, sólida y pesada de caucho, en una cancha construida especialmente; desafortunadamente, hemos perdido las reglas específicas del Tlachtli o juego de pelota y la forma en la que se ganaban puntos; lo que sí se sabe es que se jugaba entre dos equipos opuestos y que no se podía tener en la mano la pelota durante el juego. Los jugadores estaban vestidos con un cinturón ancho y pesado hecho de madera y cuero, llevaban protectores en las caderas y rodillas y, en las zonas de los genitales; también se protegían la cabeza con cascos adornados con plumas. A pesar de la protección, el juego resultaba muy peligroso por la velocidad y peso de la pelota. Han encontrado vestigios de patios de mampostería con superficies inclinadas por toda Mesoamérica, excepto en Teotihuacán, donde se cree que los sectores hundidos de la Calle de los Muertos pudieron desempeñar el papel de canchas dotadas de gradas para los espectadores del juego.

No hay que olvidar que Los aztecas se consideraban a sí mismos como el pueblo elegido por el Sol, encargados de garantizar su recorrido por el cielo, por lo que era su deber alimentarlo. En el Tlachtli el balón representa al sol, por eso es redondo y grande; es el astro mayor convertido en deidad; Tonatiuh, el sol que va y viene de un lado al otro; según la región, se adoraban diferentes dioses; los Teotihuacanos adoraban a Tonatiuh, los aztecas a Huitzilopochtli y los Mayas a Quetzalcóatl. Todos ellos dioses dadores de vida y dioses del sol. Huitzilopochtli representaba también al fuego y a la guerra. Recordemos que los Teotihuacanos fueron ancestros de los aztecas, y que cuando éstos llegaron a Tenochtitlán, la zona de Teotihuacán se encontraba abandonada por el éxodo Teotihuacano. Los dioses jugaban con la pelota; el Sol. La pelota se hacía de hule, producto de la savia de una especie de árbol tropical endémico de América, el árbol del hule. Sorprendentemente, la técnica de vulcanización mesoamericana no contamina, a diferencia de la inventada por el señor Goodyear altamente contaminante, consistente en mezclar caucho con azufre. Recordemos que antes de que existiera la industria petrolera generadora de todo tipo de plásticos las pelotas se hacían de hule proveniente de éste árbol. Las pelotas prehispánicas se hacían con esta materia prima, ya que nuestros ancestros conocían los principios de la vulcanización, un proceso físico-químico un tanto complejo, esta parte es un misterio para la arqueología; el saber cómo se llegó a conocer este proceso en épocas tan remotas. En 1989 se encontraron en el Cerro del Manatí se encontraron tres principales hallazgos de pelotas. En la primera fase encontraron 7 bolas que al efectuárseles la prueba de carbono 14 se descubrió que databan del siglo 1600 a.C. Se trató de un total de 12 pelotas de caucho en perfecto estado halladas en tres fases diferentes en el Estado de Veracruz, área de Coatzacoalcos municipio de Hidalgotitlán. En la segunda fase, se encontraron 3 pelotas que dataron de alrededor de 1500 a.C., las cuales se encontraban alineadas hacia el noreste, éstas al igual que las de la primera fase tienen un diámetro que oscila entre ocho y 15 cm. En la última fase, se hallaron dos bolas que datan aproximadamente de 1200 a.C, estas bolas tienen un diámetro de 25 centímetros. Para los arqueólogos este hallazgo demuestra la importancia ritual del juego de pelota, el cual se mantuvo hasta la última fase de las ofrendas. El cambio de tamaño en las bolas, explican los expertos, puede indicar cambios en la forma del juego. Pese a que las pelotas se encontraron en muy buen estado de conservación, su preservación ha sido difícil porque no se ha descubierto el proceso para evitar su degradación. No obstante, los especialistas del Centro INAH-Veracruz trabajan en la investigación de métodos para poder conservar estos ejemplares, únicos en el mundo, pues son de gran aporte informativo para entender más sobre la cultura Olmeca, llamada también cultura madre. A diferencia de la técnica de Charles Goodyear, la de los Olmecas no contamina. Tras años de investigación y varios estudios en los que participaron especialistas estadounidenses de Cambridge se logró establecer que, para la creación de las pelotas, los Olmecas mezclaron látex del árbol de hule, cuyo nombre científico es Castilla Elástica, con una especie de enredadera con flores llamada Ipomoea Alba, cultivada en las regiones tropicales de México, la cual contiene látex con sulfuros, es decir, azufre. Los antiguos mesoamericanos procesaban el hule o “ulli” de la siguiente manera: realizaban una incisión en el árbol Castilla Elástica para obtener de ahí la savia, que en su estado natural es un líquido lechoso y pegajoso, el cual al secarse es muy frágil y no logra retener las formas. Este líquido era recabado en vasijas que colocaban al pie del tronco del árbol, por otro lado recolectaban la enredadera cuyo nombre científico es Ipomoea alba, ésta era triturada hasta obtener un líquido, cuando ya se tenía una cantidad suficiente éste era vertido en un recipiente, donde previamente había sido vaciado el látex, después de remover y mezclar aproximadamente 15 minutos, el látex se solidificaba y se formaba una masa blanca que era sacada del recipiente para poderse manejar, entonces comenzaban a moldear las pelotas y otros utensilios como bandas elásticas y figurillas de hule. A diferencia como dije antes del proceso descubierto por Charles Goodyear, en el que se necesitan grandes cantidades de fuego para poder realizar la homologación del azufre con el látex, el método olmeca no es contaminante porque no se desprenden partículas tóxicas. Los Olmecas no sólo utilizaban el látex como materia prima para realizar pelotas y otros objetos, sino que también lo ofrecían en sus ceremonias en forma líquida; además servía para la impermeabilización de telas y utensilios.



“EL JUEGO DE PELOTA SINALOENSE CONOCIDO COMO ULAMA”

Se desconoce el cómo éste ancestral juego llegó a Sinaloa. Ulama deriva del náhuatl ullamaliztli como muchos otros términos de este deporte y cuyos practicantes se sienten profundamente orgullosos de su origen. Tradicionalmente, se jugaban tres modalidades de ulama: la de cadera, la de antebrazo y la que se practicaba con un palo. A mediados del siglo XX el juego gozó de una enorme popularidad y auge.

En el ulama de antebrazo se enfrentan equipos formados por 3 jugadores o más; cuyo sistema de puntuación es tan complicado que solo los que dominan el juego saben a ciencia cierta cuál es el marcador del partido, lo cierto es que no hay empates y las dudas son resueltas por un veedor. El ulama en todas sus modalidades requiere de una gran destreza, hay que saber llamar las jugadas, incluso, distraer o engañar al jugador contrario con gritos o jugadas falsas. Los jugadores se distribuyen en el terreno de juego, llamado taste. El balón, de hule, tiene unos 25 centímetros de diámetro y pesa más de 3 kilos. Los jugadores sólo pueden golpear la pelota con la parte del cuerpo correspondiente a la modalidad a la que se juega. La puntuación varía según la práctica y el sistema de apuesta. La difusión de otros deportes y el mejoramiento de los caminos hicieron que en la década de los sesenta el gusto por el ulama se perdiera un poco entre las nuevas generaciones. Fue gracias a la tenacidad y al amor de los viejos jugadores lo que lo saco a flote. Hoy, en Sinaloa existe una asociación que agrupa a todos los practicantes de ulama en el estado. El ulama de cadera es quizá el más espectacular de los juegos de pelota de origen prehispánico y el más parecido en su ejecución al que practicaban los antiguos mexicanos. 

Como todo juego, el ulama, la pelota mixteca y la tarasca, ganar o perder no es tan importante como la celebración del juego que es, en el fondo, un rito, una forma de vivir e incluso de morir. Por ahora esto ha sido todo y los espero en el próximo Bibi Tips el día de mañana. ¡Hasta entonces!!!!!!

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